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lunes, 12 de abril de 2010

BOOK AND WINE




Mucho me temo que a partir de esta semana se me va a empezar a multiplicar el trabajo, espero que eso no signifique que se me empiece a amontonar. Intentaré mantener el orden.

El Dr. Becker ya está en plena cuenta atrás, descontando los días que le quedan para volver a casa, y se le nota una mezcla de alegría y nostalgia, aunque creo que pesan más las ganas de regresar. Es curioso como, en cierto modo, los alemanes, y también otros muchos europeos, desprecian la forma de vida americana en el más amplio sentido de la expresión, es difícil escucharles concederle alguna virtud. Aunque eso también les da cierto sentido crítico que no viene mal de vez en cuando, estaría bien encontrar un punto intermedio entre el desprecio y la fascinación. En esto y en otras muchas cosas.

Hablando un poco de ello, hemos ido paseando hasta el laboratorio donde pasa su tiempo haciendo colonoscopias a los ratones.
No es nada sencillo llegar hasta allí por las entrañas del hospital. Pasillos interminables, vueltas y revueltas por el subsuelo, bombillas parpadeando...y todo esto recorriendo cinco edificios conectados entre sí. Al menos todos esos túneles están sembrados de cámaras de seguridad -smile, we are recording-, así hay alguien a quien pedir auxilio si nos perdemos entre tanto recoveco.
Ha merecido la pena el viaje, sobre todo por las vistas. El laboratorio está en la novena planta de un edificio recién inaugurado, y desde las enormes ventanas se domina todo el sur de la ciudad y allá al fondo se divisa el downtown, esta vez con la nómina de rascacielos al completo porque no estábamos subidos en ninguno.

Ahí va la música para otro lunes que se acaba, ¿quién inventaría estos malditos días?.

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