El viento se ha llevado las nubes y la lluvia de ayer, hoy no quedaba ni rastro, y también parte del frío y también una semana más. Ésta ha sido un tanto especial, por la ausencia del jefe, por el tiempo pasado con JC, por las visitas...
El día en el DCAM ha estado un poco revolucionado, no sé si alguna otra vez unos moscovitas han llegado tan lejos pero les ha merecido la pena el viaje, el éxito ha sido total, aunque en las manos de Johnny más bien parecían lacasitos. Por lo demás, ha tocado enteroscopia de doble balón y el ver esa torre de Fuji, de golpe, me ha hecho sentir como en casa, ya me había acostumbrado a perderlas de vista...a lo bueno se acostumbra uno enseguida. Y como colofón, lo habitual de cualquier viernes por la tarde, exploraciones que se alargan y se complican y en las que parece que todo lo que puede salir mal va camino de salir peor, dándole la razón a Edward A. Murphy, al final los hados se han puesto de nuestro lado y no se ha consumado el desastre.
Luego paseo por el campus y cena pantagruélica en el brasileño del otro lado de Michigan Avenue, toneladas de carne y un gringo con ganas de practicar su español, bastante decente por cierto.
Deseamos la más pronta recuperación al último de los mohicanos, para tranquilidad del ama de llaves y de todos los demás. Canción para un fin de semana, otro.
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