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lunes, 21 de junio de 2010

RIELES Y TRAVIESAS


El fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es algo mucho más importante
W. Shankly

Uno de los símbolos de esta ciudad es su metro, que no tendría nada de especial si los trenes no corrieran elevados varios metros sobre el suelo, de ahí su apodo, The L. Aunque también tiene momentos en los que se entierra de repente y ahí pierde todo su encanto, se convierte en un metro vulgar, como el de cualquier otra parte, pero eso pasa sólo a veces, así que la mayor parte del viaje puedes ir viendo las casas a media altura y las cosas desde arriba.

Es el segundo más antiguo del país, tras el de Boston, y lo cierto es que le da un aspecto particular a las calles, con sus enormes vigas sosteniendo las vías en lo alto, las casetas de las estaciones encaramadas sobre ellas y esa especie de túneles que forman las traviesas entre las que se cuela la luz del sol. La mejor forma de verlo es con un paseo por The Loop, el distrito financiero, con sus rascacielos atrapados por un lazo de rieles que los rodean por completo, por el que los trenes dan vueltas y vueltas antes de viajar hacia el sur, norte y oeste. No al este porque está el lago y más al este, más lago.

Y hasta aquí lo que se me ocurre contar de una de las siete maravillas de Chicago según sus habitantes, de otras cinco os hablaré otro día, y de la séptima, cuando la conozca.

La curiosidad del señor J me sigue sacando de apuros en días como hoy, sumidos en la más aburrida normalidad y en los que escasean las ideas. Ha tocado renovación de la galería de fotos y por aquí hay más música.

1 comentario:

  1. Poca cosa te preocupa si, después de casi seis meses, caes en lo raro de un metro elevado. De mi estancia en esa ciudad del viento tengo pruebas gráficas de ese tren volador pasando cerca del parque del Mago de Oz. Resulta curioso, pero igual de curioso me resultó que grandes avenidas pasaran por debajo de grandes centros comerciales o grandes edificios de 100 ó más plantas. Lo que todavía me sigue llamando la atención es la ausencia de aparcamientos subterráneos. Que los ingenieros yanquis no hayan resuelto el problema del subsuelo de esa gran ciudad es chocante.
    Pero eso es otra manera de marear la perdiz.
    Me quedan tres semanas hasta mi hasta mi exilio.
    Recuerdos y besos.
    Por cierto: ¿Le has mandado un e.m. a una señorita que te atiende en tu caja?.

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