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lunes, 30 de agosto de 2010

SPELLING


Aún me peleo a diario por hacerme entender en esta lengua extraña y por evitar todos los errores en los que caemos sin remedio todos los hispanohablantes, y en los que caigo cada día.

Seguimos empeñados en pronunciar cada letra de cada palabra, sin darnos cuenta de que muchas están ahí solo de adorno, e incluso nos inventamos las que no estan, como esa e que siempre colocamos delante de cada ese liquida, para convertir rápidamente slow en eslow.
Nos encanta remarcar las tes y las erres cuando por aquí apenas las dan importancia y casi no las pronuncian y como no tenemos más remedio que decir las haches, mudas hasta entonces, las convertimos en jotas bien sonoras, para no dejar las cosas a medias.
Somos incapaces de no pronunciar la i griega tan suave como como es debido y no conseguimos hacer que la uve doble no suene como una ge.
Con todo este atropello lingüístico no es de extrañar que haya muchas veces en las que no se enteren de qué estoy hablando...o en qué idioma.

De todas formas, leí hace poco que a menudo ni ellos mismos tienen la menor idea de como pronunciar una palabra que no habian visto antes escrita, no existen reglas fijas, y yo me he quedado mucho más tranquilo. Y si no, siempre me queda el socorrido truco del deletreo, como en esos concursos a los que son tan aficionados por aquí y donde siempre gana el de las gafas más grandes.

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