Segundo miércoles del mes, lo que significa madrugar más de lo habitual, cambiar el viaje diario en autobús, que a esas horas aún no ha echado a andar, por un paseo hasta la estación viendo amanecer sobre el río, y una parada técnica en el Starbuck's para conseguir un caffe latte que me vaya desperezando en el tren. Caminar a paso ligero por la calle 57 para llegar con tiempo suficiente de imprimir todo lo que tengo que contar en el research meeting, podía haberlo imprimido ayer, pero otra vez, igual que cada mes, se me olvidó. Nina está en su puesto, como cada día, estoy empezando a sospechar que duerme allí, recostada sobre la mesa.
Ésta vez no ha podido ser, a pesar de que yo pensaba que esto de ver otro mundial por internet, a la hora del desayuno y conteniendo gritos y emociones, iba a tener el mismo resultado. Como represalia estaré unos días sin dirigirle la palabra a la señorita Vunjak, e incluso estoy pensándome pedirle que me devuelva la receta de la sangría.
Mientras las cosas continúan con la rutina habitual, la tribu ha escapado de la suya y sigue explorando la ciudad y acumulando fotografías, tantas como yo. Aquí la canción.
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