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martes, 12 de octubre de 2010

ESTADO DEL BIENESTAR




Para días como hoy en los que hay poco que contar por el exceso de calma, y en los que el imperio se entretiene entre puentes y abucheos, viene bien cambiar de tema y explicar, por ejemplo, como dicen que funciona por aquí la sanidad.

Habría que empezar aclarando la famosa reforma con la que Obama sólo ha conseguido perder cualquier oportunidad de reelección, y que se parece en poco a lo que se ha vendido en ese lado, pero se hace obligada una explicación general.

Lo más importante no es si los hospitales y otros centros sanitarios son de gestión pública (los menos) o privada, sino que para acceder a la atención sanitaria de calidad es necesario un seguro médico o bien pagar directamente por los costes, y en ese caso, salvo urgencias, es necesario acreditar con antelación que se dispone de la suficiente solvencia económica. Y en esto está la clave del sistema, en los seguros médicos y en las compañías aseguradoras, auténticos amos del negocio.

Estas compañías son las que deciden a quién aceptan y a quién no, qué enfermedades o tratamientos cubren y cuales son los motivos por los que se puede extinguir el seguro, entre ellos si te pones enfermo muchas veces o tienes la manía de padecer enfermedades caras.
También son ellas las que negocian con los hospitales cuanto pagarán por cada tratamiento, exploración u operación que se realice a sus asegurados; esos precios están muchas veces por debajo del costo real, pero los centros hospitalarios se ven obligados a aceptar las condiciones que ponen las compañías, porque a fin de cuentas son las "proveedoras" de clientes (pacientes en este caso). Este es el motivo que empuja a los hospitales (y médicos) a optar por tratamientos que pueden no ser los más beneficiosos ni los más indicados para los pacientes, pero si los más rentables.

Y volviendo a la famosa reforma, ésta solo ha conseguido eliminar alguna de las cláusulas abusivas de las compañías (como pagar más por ser mujer...y no morir en el intento) y obligar a todo ciudadano americano a contratar un seguro médico; los que no tengan suficientes recursos podrán acceder a uno financiado parcialmente por el estado, similar al que ya tienen los jubilados.
De esta forma se quiere hacer creer que la atención sanitaria universal está garantizada, todos tendrán seguros que cubran sus gastos. Pero aquí viene la trampa, por una parte los centros sanitarios no están obligados a aceptar todos los tipos de seguros, y posiblemente el famoso seguro estatal pasará a engrosar la lista de seguros B, que son aquellos que menos dinero pagan a los hospitales por la atención de sus asegurados, por otro lado los hospitales más flexibles a la hora de aceptar todo tipo de compañías aseguradoras no son los que mejor calidad asistencial ofrecen. Conclusión, ni universal ni de calidad.

Queda mucho que explicar de este laberinto, como las razones que han convertido a los médicos en enemigos de la reforma o los precios disparatados de seguros y medicamentos o hablar de los hospitales de caridad, que aún existen por aquí, y que intentan suplir los defectos del sistema. Pero eso será otro día, que mucho me temo que esto es infumable.

Un poco de música.

1 comentario:

  1. Lo llamaban el sueño americano, pero está claro que la hierba siempre crece más verde en el jardín del vecino.
    ¡Hay que ver lo que se aprende con este blog!

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