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martes, 19 de octubre de 2010

JUST HUNGRY



Cuentan de un sabio, que un día tan pobre y mísero estaba...
Calderón de la Barca.

Los homeless suelen tener sitio fijo de trabajo, de modo que ya me conozco a los que se colocan a lo largo de mi camino de todos los días. Tambén me conozco sus letanías y los mensajes de los carteles que suelen colocar a su lado, muchas veces divertidos y originales pese a las circunstancias.

Uno de ellos se sienta día tras día en el puente que cruza el rio por Michigan Avenue, agitando su vaso con unos cuantos centavos y envuelto en mantas. Es posiblemente el punto de la ciudad donde el viento sopla con más fuerza, pero estaba igual de abrigado en pleno verano, cuando el aire se agradecía, no como ahora.
Otras veces, cuando se aburre de menear el vaso o de sujetar el cartón en el que nos explica sus penurias, me lo encuentro leyendo un libro, siempre religioso, por las veces que he conseguido descifrar el título sin que se dé cuanta de que le miro más de la cuenta.

Hace unos días, otro vagabundo, nuevo en la zona, blanco y más joven, pasó por allí y le ofreció el bocadillo que probablemente alguien le había dado hacía poco, y que representaría para él la recaudación del día. Me quedé con las ganas de mirar hacia atrás y ver si lo aceptó.
Más música.

2 comentarios:

  1. ...que solo se alimentaba de las hierbas que cogía.
    Comprueba lo de Calderón.
    Recuerdos y besos

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  2. Eso fue precisamente lo que me llamó la atención en esa tierra, los contrastes. Nos referimos al primer país del primer mundo y no sólo hay un mundo de un barrio a otro, sino que en la propia Magnificent Mile no estos pobres individuos son una parte más del paisaje urbano. Por desgracia, claramente.
    Un beso desde aquí

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