MADHOUSE ON MADISON

A las visitas las llevamos siempre a los mismos sitios y les contamos las mismas historias, habitualmente por duplicado, y tenemos la sensación de repetirnos sin darnos cuenta de que para ellos casi siempre es la primera vez. Pero de vez en cuando surge alguna novedad, hoy, hockey sobre hielo.

Acompañados de otras 20.000 personas, nos hemos acercado al United Center a ver el partido de los Blackhawks, actuales campeones del mundo (entiéndase por mundo este país llamado América por sus habitantes, como el continente). Y aunque no pudieron con unos muchachos de Ohio, mereció la pena el espectáculo y además he aprovechado para resolver una de mis dudas históricas, en un campo de hockey sobre hielo hace frío, y si no que se lo pregunten a las pobres cheerleaders, que armadas con palas gigantes, adecentaban la pista en paños menores durante las interrupciones. Sus compañeros varones iban bien abrigados, pantalón largo y abrigo de plumas.

Ahora que tenemos más experiencia en el deporte yankee, somos capaces de establecer unas cuantas diferencias con el béisbol, aparte de las obvias. Aquí la gente viene a ver más el partido y a beber menos cerveza, sobre todo nosotros que olvidamos el pasaporte en casa, las reglas son bastante más sencillas, todo se limita a meter el disco en la portería por cualquier medio, y hay que estar mucho más en forma para aguantar patinando cerca de dos horas a mamporro limpio. También varias similitudes, antes del partido se apagan las luces y todos cantan el himno, en pie y mano al pecho, les encanta parar el partido cada pocos minutos aprovechando la mínima excusa, la más socorrida ver publicidad en el videomarcador, y te sientes como un auténtico extraterrestre si no vas disfrazado con algo que te identifique con el equipo local.

Por si surgen dudas, yo soy la rubia de verde. La música.