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domingo, 17 de octubre de 2010

PORTE DES MORTS











Hoy hemos llegado hasta el extremo de la península, que supongo que alguien, en algún tiempo, lo consideró también el fin del mundo. La carretera acaba en el agua, o mejor dicho en la rampa del ferry que te lleva hasta Washington Island; viaje que hemos dejado para otra ocasión porque siempre hay que dejar algo por hacer, y así tener la necesidad de volver alguna vez.

Y justo allí, donde se termina la tierra, está la puerta de la muerte, una pequeña lengua de agua en el que cientos de guerreros potawotomies murieron ahogados, traicionados por la naturaleza cambiante del lago, y bajo una lluvia de flechas de los winnebago, que les esperaban en tierra firme, una vez descubierto su plan de ataque...de noche y por la espalda.
Cuentan las leyendas locales que varios barcos ingleses y franceses se hundieron después por allí y que desde entonces descansan en el fondo.

Por lo demás el norte se parece poco a lo visto hasta ahora, hay grandes acantilados desde los que asomarse al lago y tratar de ver las dos orillas de Michigan, las playas cambian la arena por piedras, los bosques los arces por abetos y los pueblos apenas son un puñado de casas y un puerto. Desde allí hemos bajado poco a poco, dirección sur, y ahora 300 millas después y cargados de mermeladas, manzanas y cerezas, estamos de vuelta en casa.

La música del día.

5 comentarios:

  1. Las fotos preciosas y la excursión tiene muy buena pinta. Habeís comido tarta de calabaza? la verdad nunca la he probado, voy a ver si hago una para mis gremlis.
    Por cierto, hoy Pedro tiene su primera clase de guitarra eléctrica. A ver que tal se le da.

    Muchos besos de todos.

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  2. Me gusta la idea de un ahijado estrella del rock, y sobre todo me gusta la idea de que rompa esa maldicion familiar de heredar profesion del padrino.

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  3. Mmmmm! cerezas!, quién las pillara por aquí!
    Besos

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  4. Vale, pero yo no heredé la profesión de los padrinos y no me hubiera venido mal. Uno también era médico. El otro es hostelero y siempre le fué bien.
    Muy guapo todo lo que cuentas de esa península del "fin del mundo", y lo que más me gusta es la sensación que trasmites de, más que paz, placidez. Así es como me gusta estar: plácidamente.
    Recuerdos y besos

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  5. Menos mal que yo tampoco heredé profesión del padrino, que si llega a pasar estoy sobre un caballo y vestido de verde oliva. Y yo para eso no sirvo.
    Debí inclinarme más hacia la rama de la madrina ya que, si no profesión, sí compartimos universidad...

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