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miércoles, 1 de diciembre de 2010

THE GHETTO


Crescat scientia, vita excolatur

La Universidad de Chicago, UofC para los amigos, ha sido durante todos estos meses mi segunda universidad y por el aspecto de sus edificios me ha hecho sentirme a veces como Harry Potter, del que la verdad es que no conozco mucho más que eso. No parece mal sitio para estudiar y además presume de ser la universidad americana con más premios Nobel salidos de sus aulas, 85 nada menos, algo que viste mucho por aquí.

Está a unas siete millas hacia el sur, en la zona más deprimida de la ciudad y rodeada por todas partes, menos por la que da al lago, de barrios conflictivos y nada seguros, lo que la convierte en una especie de oasis y también en un sitio poco recomendable para pasear de noche. Cada pocas semanas, con escrupulosa puntualidad, me llega un correo electrónico informándome de los avances en la lucha contra el crimen en la zona y de vez en cuando también recibo una security alert contándome todos los detalles del último robo o asalto, si la víctima quedó inconsciente, con qué arma fue atacada, si necesitó asistencia médica...Lo único que me tranquiliza es que a las horas a las que pasan esas cosas yo ya estoy de vuelta en casa, sano y salvo.

Es por todo eso por lo que uno se tropieza cada veinte metros, con uno de esos postes de seguridad que invaden el campus y que te comunican directamente con la omnipresente policía universitaria, que dicen que es el segundo cuerpo policial más grande del mundo tras el de el Vaticano, o eso le escuché contar a uno de nuestros cerebros fugados, en uno de esos programas de televisión que se dedican a visitar españoles desperdigados por el mundo. Las dos cosas me parecen muy exageradas, y es que no hay que creerse todo lo que sale en la tele.

La canción y la foto-recordatorio del día...por un pelo.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo en lo de Harry Potter. De momento no puedo comparar lo propio con aquello, pero el Milán no está tan mal (quedada olvidó esa etapa de la caja de cerillas). Quizá algún día los caminos de esta vida académica me vuelvan a llevar a pasear por esas inseguras calles de la UofC, pero de momento habrá que quedarse con el recuerdo y la camiseta. Un beso

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