El día ha empezado temprano y con fuerza. A falta de torrijas, desayunando french toast, lo más parecido que puede encontrarse por aquí. Claro que bien acompañadas de tortitas, huevos revueltos y litros de eso que quieren hacernos creer que es café. Desayuno americano en toda regla, acompañados del Dr. Becker que tiene la enorme suerte de irse a pasar unos días a Nueva York, la capital del mundo, y de la malagueña adoptiva, que no sé si tiene tanta suerte, ésta que empieza será su última semana en la segunda ciudad.
Después de llenar la panza nos hemos dedicado a vaciar el bolsillo, aprovechando que la primavera, que aún se hace esperar, es una excusa como otra cualquiera para que tiendas y grandes almacenes cuelguen el cartel de rebajas. A la busca y captura del mejor saldo se nos han ido unas cuantas horas, y eso cansa, de modo que a pesar de la promesa hecha muy de mañana frente a una torre de pancakes, hemos acabado comiendo de nuevo. Con las fuerzas repuestas, más compras...y más cansancio. Hemos roto la segunda promesa del día, hecha esta vez frente a los noodles del lunch, y para la cena le hemos dado otro viaje al surtido de ibéricos, que a duras penas resiste nuestras embestidas. Una vez más, un perfecto ejemplo de los dos deportes nacionales...eating&shopping.
Desde aquí no se ven las estrellas, cegadas por la luz de la ciudad, pero hoy veo la luna llena desde el salón. Os dejo música para empezar con buen pie otra semana, que nos llevará hasta otro mes, el tercero que conoceremos por aquí.
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