Esta mañana ha subido al autobús un tipo con aspecto de recién levantado y las legañas colgando, nada extraño dada la hora, vaqueros, zapatillas de deporte, i-Pod, apuntes bajo el brazo...todo dentro de lo habitual, y una especie de bata de andar por casa que imitaba a un kimono rojo chillón, y eso sí que es raro. Pero a nadie se lo ha parecido.
Por la oficina se vive el alboroto habitual de los dias sin jefe, a la gente se le multiplican los días libres, piden comida al Pockets, Deanna trae pasteles, Leah llega tarde y se va pronto y Nina sólo se ocupa de los preparativos de su boda, cada vez mas próxima; toca elegir flores y está a la busca y captura del ramo perfecto.
El jefe tiene varías normas, unas más acertadas y otras menos, eso va en gustos. Pero con una coincido plenamente y es no dedicar el menor esfuerzo a algo de lo que no vas a obtener ningún resultado. No están los tiempos para desperdiciar energías.
Hablando de normas, y como aún sigo fascinado, voy a saltarme una de las mías, que para eso están, y vuelve a sonar música repetida, pero con todo merecimiento.
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