Leí -y vi- en el periódico que el vendaval casi arranca de cuajo los tamarindos del Paseo de San Pedro, aunque habrían vuelto a crecer, como otras veces. En cambio por aquí hace días que no aparecen las nubes ni el viento, pero cualquier día vuelve y se lleva de repente todas estas hojas.
Tenemos entre nosotros a un adicto al propofol, el mismo que quería mudarse al Caribe mexicano y dudaba si montar un chiringuito playero con barra libre de sedación profunda o una escuela de snorkel para turistas yankees, que son las que mejores propinas dejan. Mientras se decide, aprovecha la minima oportunidad para contarnos las bondades de la droga en cuestión y recordar su experiencia...todo un viaje.
Según dicen, en pequeñas dosis provoca sueños eróticos, pero nuestro adicto estaba interesado en las dosis altas, al parecer para eso se necesita tener a una anestesista a mano, o eso nos aseguraba ella misma. A Michael Jackson se le debió pasar el detalle.
Aquí, más música.
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