Los viejos celtas celebraban en pocos días el fin del verano, que daba paso al comienzo de la estación oscura. Y por aquí se ha cumplido el calendario, el frío ha tardado en llegar, aunque ya está aquí, como nos temíamos.
Según cuentan, hoy ha sido el primer día en el que el termómetro ha vuelto a bajar de cero, aunque eso ha sido demasiado temprano para comprobarlo. Lo que si puedo contar es que el viento sopla helado, que yo he estrenado abrigo y que dentro de muy poco habrá que volver a los guantes, las bufandas, los gorros y las orejeras.
La semana que viene encenderán de nuevo la calefacción en las paradas de autobús y en el metro -que como bien sabéis aquí no es subterráneo-; los barcos dejarán de pasear por el río y ya no quedará ninguno de los veleros que aún están amarrados en el lago. Y después llegará la nieve.
De momento, en el dinner de la calle 57 con Blackstone ya han colgado su menú de sopas, que ayudan a calentar cuerpo y espíritu en días como hoy.
Más música.
No hay comentarios:
Publicar un comentario