Viernes y fiesta a la vista, una combinación que no auguraba nada bueno, así que el día ha sido más movido de lo habitual, supongo que también porque la oficina vuelve a estar al completo. Incluyendo a Leah, que está de vuelta sin antecedentes penales y que me ha aclarado que el pasar más de treinta horas en un autobús ha sido para disfrutar del otoño y sus colores.
Halloween está a la vuelta de la esquina, imposible no haberse dado cuenta de la invasión de calabazas, telarañas, calaveras, brujas y demás parafernalia.
El domingo habrá fiesta en el edificio y quien quiera librarse de las perrerías de los niños del vecindario a cambio de un puñado de gominolas, tendrá que colgar una calabaza de papel en la puerta y estar dispuesto a abrirla cada cinco minutos. En cambio, en otras partes es al revés, y son los que quieren permanecer al margen de la celebración quienes que tienen que manifestarse, colocando bien visible un cartel avisándolo.
Hoy discutían cual es la mejor opción, yo me temo que ninguna, si yo fuera niño iría directo a aporrear las puertas con el aviso disuasorio o en su defecto, las que no tienen calabaza.
Por aquí teneis una "paisana" que la encantaría estar metida de lleno en esa fiesta. Adornó la casa con el arbolito de calabazas, la lapidita y todas las cosas que se trajó de allá. Lo único que falta aquí, para que todo sea igual, son los niños aporreando las puertas y pidiendo caramelos. Unos cuantos años más y con tanta publicidad como le están dando los centros comerciales, lo consiguen.
ResponderEliminarBesos a los dos y buen fin de semana
Aquí cada vez estamos más americanizados y los niños en el colegio también tuvieron sus calabazas y caretas.
ResponderEliminarPor cierto en lo de la nieve os hemos ganado, los picos ya están blancos y preciosos, espero que sea un buen año de nieves. A mi me encanta, claro que nunca he tenido que sufrirla en el día a día.
Besos