Los americanos (del norte) tienen una asombrosa facilidad para reconocer sin rubor las virtudes del prójimo, alaban sus éxitos y le felicitan por sus logros. Una capacidad tirando a escasa en otras latitudes.
Y también lo hacen con cosas que no tienen demasiada importancia, pequeños detalles como pararte por al calle para decirte lo mucho que les gusta tu abrigo o cuanto te favorecen las gafas o ese vestido recién estrenado, e insisten en tener toda la información necesaria para saber donde has comprado algo de lo que llevas puesto. Y preguntan con verdadero interés y no les desanima el que tengan que cruzarse el mundo para comprarlo, porque seguro que lo venden por internet, o eso razonaba una vez un tipo mientras anotaba tan contento marca y modelo de mis zapatos.
Y todo eso implica además admitir que te has fijado en el de al lado, algo que en muchas partes no se reconocería ni bajo tortura.
Me asombra que esté tan extendido lo que en otras partes da la sensación de que se malinterpreta como un signo de debilidad, y supongo que me asombra por estar acostumbrado a lo contrario. ¿Quién dijo envidia?.
Una de música.
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