Hasta ahora todas nuestras excursiones por los alrededores nos habian llevado hacia el norte, así que hoy nos hemos acercado hasta Indiana, el vecino del sur. Lo que fue un cruce de caminos durante la conquista del oeste, ahora es un sitio al que hay que ir a proposito porque está en medio de ninguna parte y camino a ningún sitio, incluso la mayor parte del norte no es más que un suburbio de Chicago. Tanto, que la calle 106 te lleva hasta el mismo límite del estado, ese en el que los coches de la policia tienen que dejar de perseguir a los malos, por lo menos en las pelis.
Allí hemos repartido el tiempo entre uno de los deportes nacionales, shopping para que el invitado no desaprovechara tanto hueco en la maleta, y un paseo entre pinos, dunas y playa, junto al mismo lago que tenemos al lado de casa, pero que allí tenia un aspecto muy diferente. No parece mal sitio para comprar una casa y tratar de intuir Chicago a lo lejos en los dias azules, o incluso para montar ese chiringuito...habrá que darle unas vueltas.
Y volviendo a casa, tras cruzar un monton de praderas interminables con mucho más trigo y mucho más maíz del imaginable, hemos podido ver uno de los mejores atardeceres posibles sobre el downtown, que se tiñó de naranja y rosa en nuestras narices.
Y musica, no para el recuerdo, pero si del recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario