El paraíso no es un destino, es un trayecto. Al menos eso leí en un gran cartel publicitario en alguna de nuestras excursiones por aquí, espero que no sea de ida y vuelta.
Huir de los animadores, escapar de las tormentas, conseguir que los peces coman en nuestra mano, buscar el mejor sitio junto a la mejor palmera, cambiar los mojitos por piña colada, ver pasar el tiempo desde la orilla, esquivar a las iguanas, perseguir atardeceres, fracasar en nuestro segundo intento de cenar comida mexicana, cerrar la noche con un margarita...poco más o menos ese puede ser el resumen del día.
¿Cómo te las arreglarás para volver a Chicago?
ResponderEliminarCon algo de Prozac...
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