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domingo, 5 de septiembre de 2010

UN DOMINGO CUALQUIERA





Como en una especie de déjà vu, hoy hemos disfrutado de un brunch a 1500 pies, encaramados en la penúltima planta de Hancock Tower. Después de los bloody mary y de las fotos de rigor, tratando de encuadrar todo lo que veíamos ahí abajo, tocaba paseo hacia los barrios del norte.
Las mansiones de Gold Coast, las pocas casas que quedaron en pie en Old Town después del gran incendio, y sin necesidad de baldosas amarillas, extender un poco el recorrido hasta Oz Park, donde en la misma terraza que entonces, casi saludando al hombre de hojalata, hemos hecho un alto en el camino, esta vez no ha hecho falta apagar el Montecristo.

De vuelta, ardillas, campos de beisbol y una genuina merienda de negros en Lincoln Park, un poco mas allá North Beach, en donde se apuran los últimos días del verano, y regreso a casa junto al lago, apretando el paso por la amenaza de tormenta.

Como resultado, las visitas estan desparramadas en el sofá sin fuerzas para dar un sólo paso mas.

Un poco de música.

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